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miércoles, 9 de enero de 2008

Todos somos uno (el árbol de mi sueño)

En uno de mis extraños sueños
Dios me mostró un árbol
y me preguntó -¿qué ves?-
pues veo el árbol -dije mansamente-.
-¿Todo el árbol?- insistió.
Si, veo el tronco y las ramas con sus hojas, flores y frutos,
lo veo completo; ¡si! -repuse-.

Entonces Dios hizo desaparecer toda la tierra
bajo el árbol; ¡y qué sorpresa me llevé!,
tres cuartos del mismo eran raíces
profundas y extensas raíces.

-Del árbol -Continuó el Señor-
sólo puedes observar lo que te es evidente
pero no puedes ver la raíz
ni cómo se entrelaza con otras de árboles vecinos.

Asimismo, del humano
tú sólo puedes observar al ser material y corpóreo;
pero al ser espiritual, incorpóreo, infinito y eterno;
detrás del telón espaciotemporal,
no puedes verle, ni en su amplitud, ni en su extensión,
y tampoco puedes notar sus conexiones
conmigo y con el resto de la humanidad,
pero ellas existen, están allí...

¡Todos somos uno y el mismo!-
concluyó el Señor
y desperté.

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