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jueves, 12 de junio de 2008

Conversar con Dios

Conversar con Dios es escuchar los grillos
cuando cantan las auroras,
es saber que el otro es tan tú como tú mismo,
es abrir las puertas dejando entrar las brisas,
es soñar despierto con el edén perdido
y reencontrarlo luego en el corazón vencido.
Conversar con Dios es servicio fiel
darle de comer a la viuda y al mendigo
y poner la frente ante el odio altivo,
es ser feliz con todos y también contigo.
Es amar al prójimo; ya no porque te lo hayan pedido,
sino porque sabes bien que amar es recibir abrigo.
Es amar aún a tu peor enemigo
porque sabes bien que es tu espejo vivo.
Conversar con Dios es sentir la brisa suave
mientas vamos al arrullo de la luna
abrazando los luceros y estrellas.


Conversar con Dios es un sonreír continuo
al hermano ajado, al hermano herido,
al hermano triste y aun al desabrido
porque sabes bien que andará contigo
incluso ante la ausencia de su amor de amigo.

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